Se conocen como lenguas muertas aquellas que no son lengua materna de ningún individuo y por lo tanto, tampoco se usa en ninguna comunidad natural de hablantes. En traducciones TRIDIOM somos amantes de los idiomas y la riqueza cultural que suponen, por eso dedicamos este post en nuestro blog a aquellas lenguas que desaparecieron o están en peligro de extinción.
Puede que para los hispanohablantes (unos 560 millones en todo el planeta según el Instituto Cervantes) se nos haga raro escuchar que hay idiomas que han desaparecido porque nadie los utiliza pero, son muchas las lenguas que se han perdido y siguen perdiéndose aún hoy.
Son diversos los motivos que pueden hacer desaparecer una lengua, el más habitual es la derivación y transformación del idioma durante tanto tiempo que acaba por convertirse en otro. Así pasa con las llamadas “lenguas muertas clásicas” como el latín, griego clásico y sánscrito (a pesar de ello en ocasiones recibimos solicitudes de traducción jurada). Otro motivo bastante común son las guerras, invasiones y colonizaciones que se han ido sucediendo a lo largo de la historia y que han afectado especialmente a ciertos continentes como América y África.
Desastres naturales o enfermedades, capaces de arrasar con poblaciones, acaban también con su idioma y su cultura. Así, por ejemplo, es el caso del arawá o aruá, lengua que se hablaba en Brasil en un afluente del río Amazonas, hasta que una epidemia de sarampión acabó con toda la población en 1877. Todo lo que ha sobrevivido es una lista de 50 palabras que un explorador británico fue capaz de compilar.
Por último, el llamado “prestigio cultural”, ha sido el mecanismo de desaparición de idiomas más importante del último siglo. Cuando una lengua extranjera obtiene prestigio, y la élite cultural o económica comienza a usarla, lo hace en detrimento del idioma autóctono. Así, progresivamente, el aprendizaje y uso de esta lengua se va implementando en los niños y desde los núcleos de población hacia las periferias. Esto es lo que ha venido ocurriendo con los lenguajes autóctonos de toda América, que han sido sustituidos por el inglés, español y francés; idiomas europeos.
Por ejemplo, en México, poseen una riquísima diversidad lingüística. En el país conviven 11 familias lingüísticas, de las que derivan 68 lenguas, que a su vez se ramifican en 364 variantes; y la mayoría vive bajo la amenaza de la extinción. Apenas siete millones de indígenas (el 40%) cultivan sus lenguas, y en su mayoría lo hacen en solo seis idiomas (náhuatl, maya yucateco, mixteco, tseltal, zapoteco y tsotsil). El Instituto Nacional de Lenguas Indígenas ha concluido que 259 de las 364 variantes lingüísticas corren riesgo de desaparición. Y en muchos casos, su salvación es casi imposible: 64 tienen menos de un centenar de hablantes.
Celtíbero, etrusco, hitita, huno, akkadio, mozárabe, tocario, guanche, arameo, copto, polabo, córnico, dálmata, puelche, bauré, katawixi, mapidiano, sikiana, abnaki occidental, tagish y así un larguísimo etcétera de lenguas muertas que nunca volveremos a oír.
Con la desaparición de lenguas ha nacido la figura de “el último hablante”, como Edwin Benson, que es el último hablante de la lengua mandan, un idioma siux; Cristina Calderón, nativa de yagán, del sur de Chile y Argentina; Charlie Mungulda, último hablante de amurdag, lengua aborigen de Australia; Gyani Maiyi Sen, última hablante de kusunda de Nepal y la lista sigue.
En TRIDIOM, además de hace traducción jurada, amamos los idiomas y por eso fomentamos su estudio, su correcto uso y expresión. Para nosotros es importante participar en la conservación y preservación de la cultura.